miércoles, 24 de junio de 2009

VI: Algunas cuestiones a tratar.

1- Lo decadente de los métodos utilizados en campañas políticas y el vacío de contenido involucrado en declaraciones y discursos ¿es producto de una actitud generalizada que busca simplificar el acto de elegir y, al mismo tiempo, quedar, argumentando ignorancia (¡qué vergüenza de argumento!), en cierto sentido exento de responsabilidad, restándole a dicho acto el análisis pertinente y librándolo al azar de la simpatía?

2- El vacío de contenido es algo que podría decirse, es demandado por la gente. Esto se refleja ya en la música, ya en la literatura, con el consumo preferencial del reggaeton y Paulo Coelho respectivamente, entre otros.

3- ¿Es posible afirmar que existe una juventud reflexiva que busca alternativas ideológicas con las cuales combatir tanto la crisis de identidad política, como la rigidez del pensamiento que sostiene que las corrientes ideológicas hoy desarrolladas agotan todas las corrientes ideológicas posibles, sólo dejando lugar a simples variaciones de las originales? De ser cierta esta posibilidad, ¿se debe incluir en ella a la juventud de izquierda que aún busca aplicar un modelo inapropiado a un país que pide otro modelo distinto que, si bien puede tomar ideas de origen europeo (o simplemente extranjero), debe rescatar la identidad propia, a fin no interpretarse a sí mismo en términos gestados bajo otras realidades sociales, con otros actores sociales (error fundamental encasillar en los términos europeos a los actores sociales del país), y lograr así una mayor y más profunda comprensión de los problemas generales y específicos, para enfocar de manera más correcta las posibles soluciones?

4- ¿Cómo lograr que se vuelva a confiar en fines a largo plazo? ¿Cómo atenuar la desesperanza y la irritabilidad?

martes, 16 de junio de 2009

V: Sobre cambios del mundo

El mundo, además de su orden físico, presenta dos órdenes yuxtapuestos al primero, y entre ellos. Uno de ellos, determinado por la acción política (interpretando el término de manera que no se restrinja a su uso regular simplemente, sino que incluya a su vez la acción normal de las personas) tomándolo lo más puramente posible, y el otro, por la relación de las visiones subjetivo-colectivas (tanto del orden fáctico como del político) y las discusiones pertinentes que se generan a partir de la diferencia.

En primera instancia entonces, nos encontramos con los hechos crudos, las conexiones de la actividad física de las cosas. Con el hombre cultural comienza la interpretación conceptual de los hechos y su consecuente ordenamiento bajo ciertos principios, con el fin de lograr la adaptación práctica satisfactoria en un primer momento, desarrollándose luego hasta llegar al nivel de abstracción metafísica, la cual pareciera desligarse en principio de lo práctico, para luego volver a lo práctico.

Bajo esta distinción, diferenciamos el mundo de los hechos crudos, y el mundo conceptual-ordenado que genera el hombre. Dicha distinción, a su vez, es sólo una distinción conceptual que pretende describir un único mundo. No es una duplicación a la manera platónica, por decirlo de alguna manera.

No voy a explayarme sobre estos temas, y seguramente se encontrarán muchas deficiencias que debería subsanar. Simplemente quiero llegar a una última distinción, esta vez sobre los cambios del mundo (en totalidad), donde también quedará mucho por aclarar. No es mi objetivo justificar cada uno de mis pasos, a menos que la idea general lo requiera para lograr su comprensión o alguna crítica ulterior lo solicite.

Muy generalmente, encuentro dos cambios principales, que básicamente se corresponden con los hechos crudos y el mundo conceptual-ordenado.

Tomemos a un sujeto cualquiera.

§ Un hecho, cambia el estado de cosas en que el mundo se encontraba para ese sujeto.

§ Un hecho político cambia el estado de cosas en que el mundo se encontraba para sujeto.

§ Un cambio en la interpretación de los hechos, tanto fácticos como políticos, cambia el estado de cosas en las que el mundo se encontraba para ese sujeto.

Siendo este un sujeto cualquiera, esto vale para todo sujeto, y también (si comprendemos un colectivo de personas –no uno cualquiera, sino aquellos que comparten idiosincrasia- como contando con una subjetividad común que le es propia, diferente quizás en algunos aspectos de lo que sería la subjetividad individual, pero que dentro de ella cuenta con una interpretación compartida en sus rasgos generales entre los integrantes del colectivo, rasgo que nos interesa) para un colectivo de personas.

Si bien el tercer tipo de cambio puede parecer interno del sujeto, la interpretación es la que cambia, y dicha interpretación no es interpretación del sujeto (si bien es perteneciente al sujeto, no se aplica a él), sino del mundo, es decir, se aplica al mundo. Por lo tanto, al variar la interpretación, lo que varía es la visión que tiene del mundo, y por ende, el mundo mismo.